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El comunismo en China

No hace mucho tiempo, el mundo estaba dividido en dos bloques: Oriental y Occidental. El primero eran los países que tenían un sistema económico y político que se alineaba con el sistema capitalista, mientras que el segundo se regía por los lineamientos del comunismo y el socialismo. Si bien esta división finalizó en 1989 tras la caída del Muro de Berlín, la disolución de la Unión Soviética y Checoslovaquia significó que apenas un puñado de países mantengan un sistema de gobierno según las bases establecidas por el Marxismo. Uno de ellos es China, aunque desde finales de la década del ‘70 empezó a adoptar medidas económicas mixtas para asegurar que su población pueda prosperar.

La historia de la adopción del sistema comunista en China es muy compleja. Tras siglos de un régimen imperialista en el cual un puñado de dinastías se disputaron el poder, China comenzó un período en el cual fue intervenida por diversos países extranjeros. En la Primera Guerra del Opio (1839-1842), el Reino Unido intentó quebrantar la política proteccionista china y recuperar el mercado del narcótico que se generaba a partir del destilado de semillas de amapola. La Segunda Guerra del Opio (1856-1860) se originó luego de que oficiales de la Dinastía Qing abordaran un barco con bandera de Hong Kong por estar sospechado de piratería y tráfico y los británicos (quienes ya administraban las isla) rechazaran la acusación. La guerra sino-japonesa encontró a China y a Japón disputándose el territorio de la península de Corea. En todos estos conflictos, el ejército chino perdió la contienda y, entre las muchas pérdidas se encontró la anexión del puerto de Kowloon al Imperio Británico (perteneciente ahora a Hong Kong), la pérdida de la península de Corea, Formosa, las islas Pescadores y Liaodong ante Japón, además de fuertes sanciones económicas. El sentimiento anti extranjero terminó fomentando la Revolución de los Yihetuan (o Boxers, como los conocían los ingleses) ya que los ingleses los encontraban similitudes entre sus artes marciales con el boxeo), quienes comenzaron a armar pequeñas aldeas y liderar una revolución que pretendía expulsar cualquier presencia foránea del país. Nuevamente, el conflicto llevó a la intervención de potencias extranjeras (Gran Bretaña, Japón, Rusia, Francia, Alemania, Estados Unidos, el Imperio Astrohúngaro e Italia) que nuevamente se vieron victoriosas e impusieron otra vez sanciones contra China.

Mientras el régimen imperial era abolido y la República de China se establecía en 1912, Li Dazhao y Chen Duxiu comenzaban a introducir las nociones del marxismo en la Universidad de Beijing. El primero era bibliotecario y había establecido un grupo de discusión sobre la doctrina, mientras que el segundo era el decano de la universidad y editor de la revista reformista Nueva Juventud. La edición de otoño de 1919 era un número enteramente dedicado al marxismo, lo cual llamó la atención de muchas personas, incluyendo el movimiento de reforma política y cultural conocido como Movimiento del Cuatro de Mayo. Tras volver de un viaje a Rusia para conocer a Lenin, el 1 de julio de 1921 fundaron oficialmente el Partido Comunista de China. En su primera composición había 12 delegados, entre ellos Mao Zedong.

El partido tuvo una breve alianza con el Kuomintang, partido liderado por Sun Yat-Sen que integraba el gobierno de la Republica de China. Si bien este partido no era comunista, compartía ciertas nociones del leninismo. Sin embargo, tras la muerte de Sun, la alianza se rompió y el sector más conservador del Kuomintang lanzó una ofensiva contra el PCC, resultando en la ejecución de varios de sus líderes. Mao Zedong pudo establecer el control de un área montañosa entre las provincias de Jiangxi y de Fujian, la cual se conoció como el Soviet de Jiangxi. El gobierno en Nanjing, capital de la República de China, decidió lanzar una campaña militar contra este asentamiento comunista, lo que generó la retirada y el comienzo de “La Gran Marcha”, un viaje que establecería a Mao Zedong como líder absoluto del comunismo chino. Sin embargo, la invasión japonesa de Manchuria en 1931 generó que Chiang Kai-shek, líder de la República China, y Mao Zedong se alíen en contra del enemigo común. Para cuando la Segunda Guerra Mundial finalizó y Japón se retiró finalmente de China, el PCC se había establecido en gran parte del norte del país y contaba con el arsenal que el ejército japonés había abandonado. Esto provocó un segundo conflicto entre las dos facciones internas que finalizó el 1 de octubre de 1949, cuando se funda nueva República Popular China, con Mao Zedong a la cabeza.

Las políticas de alfabetización promulgadas por el PCC permitieron que el 80% de la población esté en condiciones de leer y escribir (antes sólo el 20% de la población podía hacerlo). Sin embargo la segunda gran iniciativa de Mao, El Gran Salto Adelante (1958 - 1961) no dio los resultados esperados. La intención era una transformación económica en China, dejando atrás el tradicional modelo agrario y fomentando la industrialización. Sin embargo, el programa se vió afectado por una serie de malas cosechas, además de varias catástrofes naturales y climáticas que afectaron la región. El resultado fueron tres años de hambruna que trajo consigo millones de muertos y la renuncia de Mao a la presidencia, pero no como figura relevante del partido.

La ruptura de relaciones con la Unión Soviética y diversos conflictos internos en el PCC hicieron que China se abra al exterior, ingresando a las Naciones Unidas en 1971 (luego de que Estados Unidos levante su veto a la admisión). Diferentes misiones se acercaron al país oriental, incluyendo la comandada por Henry Kissinger (1971) y la de Richard Nixon (1973). La muerte de Mao Zedong en 1976 detonó en otra serie de conflictos internos en el partido para establecer un sucesor. Finalmente es Deng Xiaoping quien quedaría a cargo del país y tomaría las riendas de una revolución económica que abriría las puertas a inversiones extranjeras que ayudarían a repuntar la economía.

China sigue gobernada por el PCC, pero ahora cuenta con un poderío económico y tecnológico que la coloca entre las mayores potencias del mundo.

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