Los Secretos del famoso Ejército de Terracota en China
La gran
muralla, el Palacio de Verano, la Ciudad Prohibida. China
siempre parece tener un lugar especial que atrae a millones de personas por su
mística y relevancia histórica. Sin embargo, estos y muchos más ejemplos eran
conocidos (al menos en parte) por millones de personas desde su construcción
hasta la actualidad. Hace 46 años, una parte oculta de la historia de este país
salió a la luz y desde ese entonces atrae tanto a turistas como a arqueólogos
que desean descubrir sus secretos: el Ejército de Terracota de Xi’an.
Desde su descubrimiento, este monumento
histórico sigue dando que hablar. No sólo porque la UNESCO lo declaró como
Patrimonio de la Humanidad en 1987, sino porque hasta nuestros días se siguen
descubriendo nuevas cosas sobre su concepción y se siguen desenterrando más de
ellos.
Qin Shi Huang (260 - 210 aC.) fue el rey del estado Qin entre los años 247 y 221
aC. Fue en ese año que, tras tomar control del Estado Qi se autoproclamó el
primer emperador de la China unificada. Huang, impulsó la construcción de la
actual versión de la Gran Muralla y se lo considera como uno de los fundadores
de la cultura china moderna. Sin embargo, también era conocido como un tirano
despiadado, quien tenía una particular obsesión con la vida eterna.
Irónicamente, su muerte (posiblemente vía envenenamiento) se dió en el medio de
su búsqueda de la “Isla de los Inmortales”. El mausoleo que alberga sus restos
fue construído durante 38 años, cuando él aún era un niño, y se ubica en la
ciudad de Xianyang (la cual fuera capital del imperio durante la dinastía Qin).
Incluso se cree que en algún momento, el mismo mausoleo contaba con una cúpula
de casi 100 mts. pensada para que el emperador pudiera seguir gobernando sus
territorios desde más allá de la muerte. Para proteger el descanso del
emperador Huang se abrieron al menos tres fosos en los cuales se depositaron
figuras de guerreros fabricadas en terracota.
El paso del tiempo fue haciendo que eras
figuras fueran atrapadas bajo tierra hasta desaparecer por completo. Con el
tiempo, algunos campesinos de la zona comenzaron a encontrar pedazos de
terracota a la hora de trabajar los suelos para realizar sus cultivos. Algunos
de ellos incluso creían que se trataban de malos augurios o incluso que esas
eran piezas malditas.
No fue hasta 1974 cuando Yang Zhifa, un
agricultor de Xi’an, terminó descubriendo accidentalmente estas milenarias
figuras cuando estaba cavando un pozo junto a su familia y un vecino para
intentar sacar agua luego de una brutal sequía. Inmediatamente dieron aviso a
arqueólogos de la zona, quienes se encargaron de detener la excavación de los
agricultores y posteriormente a rearmar los pedazos de figuras que fueron
encontrando. Zhao Kangmin, el arqueólogo que comenzó este proyecto de
desentierro, empezó encontrando 500 de estas figuras en los meses subsiguientes
y luego terminó descubriendo que el mausoleo se extendía de manera subterránea
por 56 km2.
A medida que las excavaciones fueron
avanzando, se descubrió que cada una de estas figuras fue modelada para que
tenga una personalidad propia, respetando incluso varias de las etnias chinas.
El paso del tiempo hizo que sus colores originales se erosionen, pero un
análisis y posterior investigación sobre las mismas se confirmó que estaban
pintadas en tonos de rojo, rosa, dorado y azul. Las armadura de cada una de las
figuras también está fabricada en terracota, pero en piezas separadas para que
se resalten mejor. Lo que al principio parecían ser apenas unas figuras
terminaron siendo, hasta la fecha, más de 8.000 figuras entre las que se
encuentran carros fabricados en bronce, soldados sin barba (los cuales se cree
que eran menores de edad) y otros restos de armaduras sin figuras que las
carguen.
Luego de 5 años de excavaciones, la fosa fue
abierta por primera vez al público en el año 1979, incrementando notablemente
en turismo en la ciudad de Xi’an. Esto aumentaría mucho más luego de que la
UNESCO declare al sitio como Patrimonio de la Humanidad. La visita de personas
no altera las investigaciones arqueológicas que siguen sucediendo en las
inmediaciones. Hay incluso una línea de pensamiento que cree que los guerreros
de terracota no fueron creados para el emperador Huang, sino por griegos que
habían estado por esa zona 1.500 años antes de la unificación del imperio
chino. Las evidencia estaría en que el tipo de rasgos que tienen las figuras se
contradice con el estilo minimalista que regía el arte chino de la época. Sin
embargo, otra corriente dice que tanto ese detalles como el hecho que sean
figuras en tamaño real (promediando los 1,80 mts. de altura) fueron una orden
del emperador para reinventar el estilo artístico de esos tiempos.
Sin embargo, el mayor misterio que ronda en el
mausoleo no es otro que la misma tumba de Qin Shi Huang. Durante el recorrido
por el lugar se detectaron grandes cantidades de mercurio, las cuáles pueden
haber sido utilizadas para generar ríos artificiales bajo tierra. Es tanta la
cantidad que puede resultar sumamente nocivo para cualquier persona que intente
acercarse a esa parte. Por otro lado, los planos que pudieron reconstruir los
arqueólogos, utilizando técnicas como la volumetría subterránea, indicarían que
la distribución de la tumba no es del todo entendible y es posible que sea
porque haya algún tipo de trampa en las inmediaciones.
No sería extraño pensar que el lugar de
descanso final de un emperador tenga algún tipo de protección para evitar la
irrupción de saqueadores de tumbas. Sin embargo, considerando la reputación de
Huang y la investigación del equipo de arqueología, no sería extraño que estas
trampas están funcionales hasta el día de hoy. Por eso mismo, y por el hecho de
que aún no hay herramientas ni tecnología que asegure una apertura sin dañar el
interior, es que autoridades chinas se niegan a otorgar mayores permisos de
seguir investigando a los arqueólogos.
Tal vez, en un futuro cercano, el mausoleo del
emperador Qin Shi Huang también pueda ser recorrido como las impactantes filas
de su ejército de terracota.