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La relación entre China y Brasil

Las relaciones comerciales entre los países del mundo son vitales para lograr una economía cooperativa. Este tipo de negocios entre diferentes regiones no son para nada nuevos, pero las necesidades han cambiado en los últimos tiempos. Muchas de estas alianzas comerciales entre países tienen que ver con ciertos productos que son esenciales para la economía de uno de los dos. China, desde que se convirtió en una potencia mundial, es uno de los objetivos comerciales de muchos países y mercados comunes del mundo. Esto no es sólo por el prestigio que significa negociar con ellos, sino porque necesitan satisfacer la gran demanda de materia prima que requiere su población.

Actualmente, Brasil es el mayor socio comercial de China en América Latina. La mayoría de las exportaciones brasileñas tienen al gigante oriental como destino, además de ser su mayor fuente de inversión extranjera. Sólo en la última década, China aportó USD $70.000 millones en inversiones, cubriendo sectores como la minería, la energía, las telecomunicaciones, infraestructura y agricultura. Eso se tradujo a más 40.000 puestos de trabajos para el país más grande de América del Sur. Además, se establecieron programas de intercambio en campos como cultura, turismo, ciencia y tecnología, deportes y educación.

Actualmente el comercio exterior en Brasil representa un 24,1% de su PBI, colocándolo entre los 25 países con mayor exportación e importación en el mundo. Su mercado de productos es sumamente amplio; entre los que exporta se encuentran aquellos relacionados con la agricultura (maíz, café, azúcar y soja), alimenticios (carne vacuna, sobre todo), petróleo (y sus derivados), vehículos de motor y minerales (siendo el hierro el que más comercian). Actualmente China compra todos estos productos, aunque el mayor comercio sigue siendo a través de los porotos de soja.

Más allá de los productos que se comercian, el deseo de China es contar con una alianza estratégica que permita una sinergia entre ambos países y establezca un vínculo entre ambas regiones. No sólo a través de políticas que promuevan la paz y el crecimiento económico, también buscando profundizar el intercambio en áreas como la aviación civil, la infraestructura, la agricultura e incluso la cooperación espacial. Este tipo de intercambios busca crear también punto de crecimiento en materias como la economía digital y la innovación científica. También hay una búsqueda en entablar un diálogo político que establezca posiciones sobre temas relacionados con América Latina y Oriente. Ambos países tienen intereses en diferentes regiones del mundo y entender la percepción entre ambas regiones es fundamental para esta alianza estratégica.

Brasil y China tienen una relación comercial que se remonta a 1974, cuando el gobierno oriental comenzó a abrirse al mundo. Sin embargo, no fue hasta 2009 que los latinoamericanos se convirtieron en el mayor socio comercial de China (superando incluso a la Unión Europea, los Estados Unidos y Argentina). Brasil incluso es uno de los países con más inmigración china, con más de 300.000 inmigrantes y descendientes chinos que contribuyen al desarrollo económico y social del país sudamericano.

En los últimos años, la intención es que las relaciones económicas puedan ampliarse aún más, buscando atraer nuevas inversiones y diversificar el comercio a través de políticas de mutua confianza. Sólo en el primer semestre de este año se alcanzaron USD $50.000 millones resultantes del comercio bilateral. También se espera que para el final del año haya mayores ingresos a partir de las inversiones conjuntas en infraestructura y energía tanto en Brasil, China y otros países. Uno de los últimos acuerdos entre el país oriental y el sudamericano tiene que ver con la exportación de peras chinas. Recientemente se negociaron protocolos sanitarios entre ambos países para evitar la entrada de plagas o plagas endémicas de un lado al otro. El resultado es este acuerdo que va a permitir que los habitantes de Brasil van a poder contar con esta fruta para su consumo. Por otro lado, los melones brasileños comenzaron a ser exportados a China, uno de los mayores consumidores del mundo (en el 2018 se consumieron 15.6 millones de toneladas). Esta sería la primera vez que una fruta fresca brasileña ingrese al mercado chino y se espera que pueda generar otras oportunidades para este mercado. Actualmente, Brasil exporta mayormente sus cultivos a la Unión Europea.

China está satisfecha con los esfuerzos de Brasil por promover el desarrollo económico y social, lo cual genera confianza para que esta relación se siga solidificando a futuro. Ya existen en cartera nuevas asociaciones en proyectos bilaterales que consoliden las inversiones hechas en ambos países. La intención de China es ampliar estas relaciones cooperativas y seguir afianzando las políticas comerciales con América Latina y el Caribe. Por otro lado, en Brasil hay entusiasmo por esta relación comercial y cultural, contando con ser parte del desarrollo interno que está teniendo China a nivel tecnológico y económico. El hecho de que el país oriental pueda llegar a superar a los Estados Unidos como la mayor potencia mundial lo convierte en una de las apuestas más interesantes a la hora de fomentar una relación de este tipo, es por eso que la estrategia de los latinoamericanos coloca al gigante oriental como el modelo a seguir.

También hay un interés del lado brasilero en sumarse en el desarrollo tecnológico que está promoviendo China. La intención es sumarse al desarrollo de proyectos relacionados a la energía solar fotovoltaica o la inteligencia artificial. China también comenzó el desarrollo de la próxima generación de redes celulares, el 6G, y si bien Brasil no planea entrar como colaborador en el corto plazo, no sería extraño que se sume en los próximos años llevando investigadores al proyecto.

El estado de la relación comercial entre Brasil y China es completamente diferente al que se inició hace 45 años. En los últimos años, la transformación del gigante oriental en una superpotencia provocó cambios a nivel global y un panorama muy diferente al que se vivía hace medio siglo atrás. El futuro puede traer muchísimas cosas en el plano socioeconómico mundial pero, pase lo que pase, no hay duda que ambos países se van a mantener como aliados.

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